El bakanchulul de Yucatán: el cuclillo faisán que revolotea entre manglares y selvas

Yucatán deslumbra por su biodiversidad única: selvas, manglares y costas que alojan especies emblemáticas como el jaguar. En este mosaico natural destacan dos sanctuarios: la Reserva de la Biósfera de Celestún, en el Poniente, y la Reserva de la Biósfera Río Lagartos, en el Oriente. Ambas zonas no solo son refugio del felino más grande de América, sino también de más de 500 especies de aves que colorean el cielo y el suelo de la península.

Entre esa rica avifauna surge el enigmático cuclillo faisán, conocido en maya como bakanchulul. Su distribución abarca desde el sureste de México hasta Sudamérica, pero, a pesar de tener poblaciones relativamente estables, es un ave rara que se deja escuchar más que ver. Durante primavera y verano, su característico canto resuena en zonas rurales y montes de Yucatán; fuera de esa temporada, puede parecer ausente allí donde solía sentirse común.

De porte discreto y cola en abanico, el cuclillo faisán camina sigilosamente en busca de insectos, posándose ocasionalmente en el estrato medio de los árboles para emitir sus vocalizaciones. Si se siente amenazado, agita su abanico caudal y aletea para distraer a posibles depredadores. Según registros de la plataforma Naturalista, la localidad de Xocén, al Este de la entidad, concentra el mayor número de avistamientos.

Sin embargo, el bakanchulul comparte con otras aves la amenaza de la deforestación, el cambio climático, la contaminación y la presencia de especies invasoras. Estos factores no sólo reducen su hábitat, sino que complican sus ciclos reproductivos y ponen en riesgo su supervivencia en estado silvestre. Conservar el hábitat de la península y fortalecer programas de restauración forestal es clave para garantizar que su canto siga formando parte de la riqueza natural de Yucatán.