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El mar que se come la costa: cómo la erosión reescribe el litoral de Tabasco

El avance del Golfo de México —potenciado por el cambio climático y la acción humana— ha borrado playas, hogares y escuelas; El Bosque ejemplifica el desplazamiento climático interno en México.

#Tabasco

27 de octubre de 2025

La línea de costa de Tabasco cambia su forma a ritmo acelerado: lo que hasta hace décadas fue tierra firme ahora es agua. En comunidades como El Bosque —un pueblo pesquero— el retroceso ha sido tan severo que en apenas diez años el mar avanzó cerca de un kilómetro sobre la costa, dejando a su paso familias sin vivienda, escuelas sin alumnos y comercios sumergidos en salitre y olvido.


El caso de El Bosque: hogares y recuerdos bajo el agua

En El Bosque más de 60 familias perdieron sus casas, servicios y fuentes de sustento por el empuje del mar. El 7 de noviembre de 2022, sus habitantes solicitaron públicamente la reubicación, apelando a autoridades municipales, estatales y federales. Ese episodio se ha señalado como el primer caso oficial de desplazamiento interno en México atribuido a las consecuencias del cambio climático —un ejemplo concreto de migración climática interna— y pone rostro humano a las cifras y proyecciones sobre la erosión costera.


¿Por qué avanza la costa? causas naturales y humanas

La erosión costera es un proceso natural: olas, mareas, corrientes y vientos redistribuyen sedimentos y modifican la orilla. Sin embargo, en Tabasco ese proceso se ha acelerado por factores humanos que debilitan la resiliencia de la costa. Entre las causas señaladas están:


  • La reducción de sedimentos que históricamente aportaban los ríos Grijalva y Usumacinta.

  • La pérdida de manglares, que funcionan como barrera natural frente al oleaje.

  • Obras y construcciones que alteran el transporte de sedimentos y cambian la dinámica del oleaje (dique, presas, infraestructura petrolera).

  • Extracción de arena y destrucción de dunas.

  • El incremento del nivel del mar ligado al calentamiento global —un factor que actúa de forma sostenida y amplifica los efectos del oleaje y las tormentas.


Estas condiciones convergen en una costa baja y arcillosa como la tabasqueña, donde cada "norte" o marea de tormenta puede avanzar muchos metros tierra adentro.


Datos que muestran la magnitud del problema

Tabasco cuenta con aproximadamente 191 km de litoral de bajo relieve, lo que lo hace especialmente vulnerable. Las tasas de retroceso de la línea de costa oscilan entre 2.3 y 3.3 metros por año en muchos tramos; en puntos críticos como El Bosque o Barra de Tupilco, para abril de 2023 se registraron retrocesos de hasta 90 metros en 18 meses, lo que equivale a casi cinco metros por mes en ese periodo. En el Golfo de México, el aumento promedio del nivel del mar se estima en alrededor de 1 cm por año, una cifra pequeña en apariencia pero de gran impacto acumulado.


Ante un escenario hipotético de 1 metro de aumento del nivel del mar, Tabasco sería el estado con mayor porcentaje de su superficie afectada —más del 21% de su territorio—. En términos de población, Veracruz tendría la mayor cantidad de habitantes en riesgo (más de un millón), seguido por Tamaulipas, Quintana Roo, Campeche, Yucatán y Tabasco; en Quintana Roo, según esas proyecciones, más del 81% de la población podría verse afectada.


Consecuencias sociales, ambientales y culturales

La erosión costera no sólo borra playas: destruye paisajes culturales, medios de vida y la memoria colectiva de comunidades que dependen del litoral. Escuelas cerradas, pérdida de patrimonio, desplazamiento de familias y la fragilidad de ecosistemas productivos —manglares y estuarios— son parte del saldo. La reubicación forzada implica además desafíos sociales y económicos complejos: adaptación de poblaciones, restablecimiento de servicios y protección de derechos.


¿Qué esperar y qué puede hacerse?

No hay soluciones únicas ni simples. Algunos tramos costeros podrán estabilizarse mediante restauración de manglares, manejo de sedimentos, obras de protección costera bien planificadas y regulación de actividades extractivas; otros tramos, por su dinámica y costo, podrían requerir reubicaciones ordenadas y programas de adaptación integral. En todos los casos, la planificación debe combinar ciencia, participación comunitaria y políticas públicas que consideren tanto lo fluvial como lo marino.


La historia de Tabasco es un recordatorio urgente: la frontera entre tierra y mar es dinámica y, en contextos vulnerables, la combinación de cambio climático y acciones humanas puede transformar rápidamente territorios y vidas. Cada metro de costa perdido equivale a vivienda, ecosistema y memoria que hay que decidir cómo cuidar o, en su caso, reemplazar.

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