El dilema de los trasplantes de órganos en Tabasco
Tradición ancestral y desconfianza médica frenan la donación de órganos y complican el reto de los médicos tabasqueños de salvar vidas.

#Tabasco
2 de abril de 2025
En las comunidades rurales de Tabasco, la muerte trasciende lo biológico y se convierte en un ritual en el que la integridad del cuerpo es fundamental para asegurar el viaje al más allá. Este arraigo cultural, basado en creencias religiosas y el temor a dejar al ser incompleto, se traduce en un rechazo generalizado a la donación de órganos, a pesar de la urgente necesidad de trasplantes para salvar vidas.
El argumento central, “si le falta algo, su alma no encuentra descanso”, ha marcado la postura de muchas familias. Así lo vivió Marcelino Pérez, quien al perder a su hijo en un accidente, optó por no donar los órganos del joven, convencido de que cualquier alteración en el cuerpo afectaría el descanso de su alma. En comunidades como la de los chol en Tacotalpa, entregar el cuerpo incompleto se percibe como una transgresión que altera el camino hacia el más allá.
Un estudio de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) revela que cuatro de cada diez familias en zonas indígenas rehúsan donar por motivos culturales o religiosos. En las zonas urbanas, el escepticismo se manifiesta en otro nivel: cerca del 25 % de la población desconfía de que los médicos puedan acelerar la muerte de un donante para apropiarse de sus órganos. Esta desconfianza se ve amplificada por campañas de concientización que no logran conectar con la población, como el programa “Dona Vida”, cuyo material en español y con dibujos poco claros generó más temor que esperanza, alcanzando hasta un 90 % de rechazo en municipios como Teapa.
La influencia de la Iglesia y de curanderos tradicionales también juega un papel decisivo. Aunque el Vaticano avala la donación de órganos desde 1956, en muchas comunidades locales predican que “el cuerpo es templo de Dios” y debe conservarse intacto, reforzando la idea de que sacar un riñón, una córnea o un corazón equivale a romper un pacto con los ancestros. Este conflicto entre la medicina moderna y las creencias ancestrales se refleja en testimonios de profesionales de la salud, quienes indican que, en Tabasco, muchas familias prefieren escuchar a los curanderos antes que a los médicos, manteniendo el miedo a una donación que, en su percepción, no salva vidas sino que profana la esencia del ser.
El caso escrutado en un hospital de Villahermosa ilustra la tragedia: mientras tres pacientes esperan por una córnea, uno de ellos lleva más de cinco años en lista de espera, ya que la donación se ve obstaculizada por la negativa de las familias a entregar un cuerpo incompleto. Ante respuestas como “mi familia no me deja”, “quiero que me entierren completo” o “no estoy preparado para hacerlo”, el rechazo a la donación de órganos se vuelve una barrera casi infranqueable para salvar vidas.
El desafío en Tabasco es claro: transformar una tradición tan profunda como el monte y el río, y fomentar un diálogo entre médicos, líderes comunitarios y las familias, para desmitificar los trasplantes y convertir la donación en un acto que, lejos de profanar, honre la vida.