Fake news como estrategia: manipulación informativa desde Chetumal

En los últimos días comenzó a circular en redes sociales una versión falsa: que una pipa utilizada para descargar aguas negras en Chetumal NO fue clausurada por las autoridades ambientales, pese a denuncias ciudadanas. Esa versión es falsa. El 15 de julio de 2025, personal de la Procuraduría de Protección al Ambiente del Estado de Quintana Roo realizó el aseguramiento de la unidad y colocó los sellos oficiales de clausura.

Hay fotografías que lo documentan, con fecha, número de expediente y firma visibles. Lo que resulta preocupante no es solo que se difunda una falsedad, sino que se haga con tanta coordinación entre perfiles y páginas de redes sociales, muchos de ellos ubicados en Chetumal y con una trayectoria clara de ataque constante hacia el grupo político que encabeza el gobierno estatal.

Este caso revela una estrategia peligrosa: malinformar con la intención de crear un ambiente adverso para quienes encabezan proyectos de transformación en Quintana Roo. La desinformación no es inocente: busca desgaste, genera ruido y siembra desconfianza. ¿Quiénes están detrás? Los perfiles que difundieron la versión falsa sobre la supuesta omisión en la clausura de la pipa no lo hicieron por error. Son actores con presencia constante en la narrativa crítica digital del estado y con vínculos claros a Chetumal. Algunos de los más activos en esta campaña reciente son:

• Benjamín Pat – Facebook

• Galo Gabriel Dorantes Echeverría – Facebook

• Graciela Machuca – Facebook

• Eugenio Pacheco Martín – Facebook

• Armando Galera (Informado Caribe)

• Javier Chávez

Ninguno rectificó, pese a la evidencia pública. Lo que pretendían no era informar, sino atacar. La desinformación es un riesgo para el estado. En un entorno democrático, la crítica es indispensable. Pero cuando se recurre a la mentira deliberada, no se está ejerciendo libertad de expresión, sino distorsionándola. Hoy más que nunca, Quintana Roo necesita voces informadas, responsables y comprometidas con el bienestar del estado. La desinformación solo beneficia a quienes prefieren el caos sobre el cambio, el ruido sobre el trabajo y el interés personal sobre lo colectivo. No se puede cuidar el medio ambiente sin cuidar también el entorno digital. La verdad también debe ser protegida.