Tortugas marinas en Campeche: el desove perdido en Payucán
Cómo el concreto de palapas desorienta a las tortugas marinas y amenaza su futuro en playas de Campeche.

#Campeche
9 de junio de 2025
Cuando la oscuridad envuelve la costa de Payucán, las tortugas marinas todavía acuden al llamado ancestral del desove. Sin embargo, al llegar encuentran un enemigo inesperado: bases de cemento que han reemplazado franja tras franja de arena bajo las palapas costeras. En el campamento tortuguero de Seybaplaya, el panorama ha cambiado de manera alarmante.
Luis Góngora Domínguez, encargado del refugio, alerta sobre el crecimiento acelerado y desordenado de estructuras en la playa. “No hay arena suficiente para que las tortugas excaven sus nidos”, explica con preocupación. Muchas palapas se erigen hoy sin estudios de impacto ni permisos ambientales, sellando con concreto aquellos puntos donde las tortugas solían depositar sus huevos.
En los escasos espacios libres, todavía es posible que los quelonios logren cavar y anidar. Ahí, los voluntarios pueden reubicar los huevos para asegurar su incubación. Pero donde la base es dura y fría, ni siquiera la intervención humana puede ayudar: la tortuga simplemente desiste y regresa al mar sin dejar rastro.
Cada noche, el equipo de Seybaplaya observa desde la distancia, respetando los protocolos de anidación que impiden acercarse demasiado. Solo en caso de que un ejemplar quede atrapado o en peligro, se permite la asistencia directa. Aun así, cada tortuga que se aleja sin desovar representa una fractura en la cadena de vida marina.
“No se trata solo de huevos perdidos; es todo un ecosistema interrumpido”, reflexiona Góngora. La temporada de desove es implacable y no espera a que los humanos corrijan sus errores. Cada palapa cimentada sobre antiguas zonas de anidación supone una generación de tortugas que nunca nacerá.
Los conservacionistas advierten que, sin medidas legales efectivas y sin un control estricto de las construcciones, las tortugas marinas de Payucán podrían ver reducido drásticamente su número en los próximos años. El campamento tortuguero de Seybaplaya alza la voz, respaldado por la comunidad ambiental local, que ha documentado este retroceso durante varias temporadas.
El llamado es claro: respetar la arena, conservar el espacio de desove y exigir estudios de impacto antes de cimentar bajo las palapas. Solo así será posible devolver a la costa de Payucán el equilibrio que hoy se tambalea bajo la sombra del cemento.